martes, 26 de febrero de 2013

Recomendación musical


  ¡Bienvenidos a otra recomendación musical! Como ya supondréis lo que pretendo es mostraros música nueva que, os puede gustar o no, para gustos los colores, ¿no? ¡Así que vamos a la recomendación musical que hoy nos concierne!

 Os traigo una canción que derrite corazones y nos provoca pensar en momentos tristes o todo lo contrario. Se trata de “9 Crimes” de Damien Rice. Hay gente que se duerme con ella, otra gente que no la aguanta y luego los neutrales que la soportan. Pero, en mi opinión, es una canción perfecta para dormir, relajarte y todo lo que queráis. Eso sí, no recomendada en ocasiones extremas como un funeral o un cumpleaños (ojo).

 Quien la haya escuchado no la habrá escuchado una sola vez, estoy seguro. Es una canción que te pide tu subconsciente en todo momento y que no podrás rechazar. En este tema, Damien Race junto a una cantante asiática y un pequeño grupo de cuerda y percusión forman una canción preciosa, digna de escucharse. Así que, escuchadla pero no lo hagáis cuando estéis deprimidos o tristes. Escuchar canciones tristes en situación tristes se debe evitar porque solo te empeorará. 
  Aquí os dejo el link para que la escuchéis.
                   ¡Muchas gracias y hasta la próxima!



                                                                      David Cañas. 4ºB


viernes, 22 de febrero de 2013

Iniciamos nuestra nueva sección: TOP 3


Recomendación musical.

 ¡Hoy, porque sí, es día de top 3 de la semana! En el cual os doy mi top 3 de canciones más escuchadas por mi mismo a lo largo de toda esta semana. ¡Allá vamos!

 Aunque estos siete días apenas he podido escuchar mucha música porque he tenido que grabar, estudiar, comer, dormir y demás cosas que no añadiré, si puedo recomendar en este top 3 los siguientes grupos de “Heavy Metal”: Amon Amarth, Slipknot y DevilDrivers.

 Top 1: Amon Amarth es un grupo estadounidense, pero que en cuanto veáis como van vestidos creeréis que vienen de unos cuantos siglos más atrás. El estilo de metal que ellos tocan es el “Viking Metal”, basado simplemente en letras vikingas o recordando hazañas vikingas y con vestimentas de la época. Y la canción que más he escuchado es “Runes To My Memory”. Como veréis en el videoclip se tiran la mayor parte de la canción haciendo “Headbanding”, acción de mover la cabeza alocadamente dando círculos al ritmo de la música.

 Top 2: En el top 2 tenemos a Slipknot señor@s. Slipknot nunca podría faltar porque como ya sabréis de sobra es mi grupo favorito. Ya he hecho una recomendación musical de ellos de hecho así que, si os interesa, indagad en el blog y lo encontraréis. La canción que ha situado a Slipknot en el Top 2 esta semana es “Disasterpiece” del disco “Iowa”. Para los interesados, Iowa es un estado de EEUU y si os fijáis en la carátula del disco aparece una cabra, ¿por qué? muy fácil, porque el animal más representativo de Iowa son las cabras.

 Top 3: Y por último con el Top 3 traigo a un grupo nuevo llamado “DevilDrivers” que han creado un metal muy melódico, pero que te hacen mover quieras o no. Este es de esos grupos que definen los padres como: “Están todos tatuados de los pies a la cabeza” o “Esos se drogan en todos los conciertos”. Lo siento, pero este es un Top 3 de la semana y hay que incluir todos los “tops”. La canción que más he escuchado es “Clouds Over California” y creo que nunca me he cansado de oírla y esta semana me la encontré y ahora mismo sigo escuchándola.

                     ¡Muchas gracias y hasta la próxima!


                                                          David Cañas. 4ºB

jueves, 21 de febrero de 2013

Más leyendas con tintes de Romanticismo


EL MONTE MALDITO

(LEYENDA MADRILEÑA)



Desperté de un salto, un grito ensordecedor había interrumpido mi sueño. Al parecer, el cuento de la vieja castañera de la pasada tarde había hecho mella en mi imaginación.
No podía parar de pensar en esa historia desde que fui conocedor de ella; pero ahora, tres meses después, me atrevo a escribirla tal y como me la transmitieron, tal vez con la esperanza de que no vuelva a suceder.
Dicho todo, que comience la obra.


I

- ¡Casi señor! ¡Por poco! – animaba uno de los sirvientes.
- Primo, quizá debería probar yo, ¿no crees?
-  ¡Calla Fernando!, ese jabalí caerá a mis pies.
Los dos primos se encontraban en el monte de El Pardo, como cada tarde del sábado cuando salían a cazar. Este monte era el preferido del Conde Cáltiba, el mayor, ya que abundaban jabalíes y ciervos. Además, con la creación reciente del Código Penal y la Guardia Civil, los animales eran más, debido al miedo de los campesinos a cazar en el terreno acotado.
- ¡Te lo dije! – exclamaba riendo el Conde Cáltiba a su enojado primo-, lo cacé, y ya llevo cuatro piezas.
- Me parece bien, pero ya anochece y creo que deberíamos partir en breve.
- ¿Por qué tanta prisa primo? No he cazado ningún ciervo y me gustaría hacerlo, tan solo llevamos jabalíes y aves rapaces.
- Haced lo que se os antoje, pero yo me voy de aquí – explicaba ya ordenando recoger sus utensilios de caza.
- ¡Está bien, partid! Ya daré a conocer su extremada valentía – expresaba enojado por el abandono de su primo.
- Señor, si me lo permite, yo también le aconsejo volver.
- Pero, ¿por qué todos empeñados en eso?, si ya hemos cazado de noche en otros montes.
- Verdad señor, pero este monte posee una maldición.
- ¿Pero qué tontería es esa? Contadme por favor.


II

- Dice la leyenda que el monte de El Pardo está maldito.
Todas las noches, a las doce en punto, el bosque ya no es bosque, los animales se convierten en bestias y los pinares y encinas se retuercen buscando sangre para saciarse. El cielo se torna de negro con nubarrones, las aves caen en picado pero no mueren, sino que se levantan, suben lo más alto posible y repiten esta acción incansablemente. Los animales, más bien bestias, enloquecen, corren a grandes velocidades, su tamaño aumenta y sus fauces rebosan espuma. El suelo revive, se mueve amenazante, queriendo quebrantarse tragándose todo. El aire no existe, no corre ni una brisa. No se oye, tan solo el crujir de las ramas, de los huesos de las aves y el rabiar de los animales.
Se dice que quién yace en el monte en ese momento, no muere al instante, sino que la naturaleza le deja sufrir hasta que sin fuerzas cae al suelo, esperando, consciente de que la bestia terminará acabando con él.
Ya varias personas han pasado por esto y a la mañana siguiente se ha encontrado sus cuerpos destrozados de una manera sobrenatural.
Por eso, señor, le ruego haga caso a esta vieja leyenda y vuelva a casa. Porque su primo no marchó por el resentimiento de la caza del jabalí, sino porque conoce esta historia. Yo no estaré acompañándole esta noche aunque me juegue mi oficio, ni yo ni los demás. ¿No es así?
- ¡Sí! – se escucha al unísono, compuesto por todos los sirvientes.
- No perderéis vuestro trabajo, pero yo cazaré mi ciervo y cuando vuelva con la pieza os habré enseñado una lección.
- Está bien Cáltiba, que tengas suerte.
- No la necesitaré – dice sonriendo.


III

Una vez sólo en el bosque, se dispuso a buscar el ciervo que le tenía inmerso en el pensamiento de cazarlo por encima de todo. Sin darse cuenta fueron pasando las horas. Cuando creía tenerle acorralado entre unos matorrales, le entró un escalofrío que le removió por dentro. Aún así, apuntó, pero antes de tirar pudo apreciar cómo unas esferas rojas se encendían tras las ramas y parecían observarle. Le entró miedo, pero quiso convencerse de que eso no eran ojos, sino que serían algunos frutos del matorral. Precipitadamente tiró. Todo calló a su alrededor, no oía ni su propia respiración entrecortada. Se sentía encerrado, como en una burbuja en medio de la nada. Su piel no sentía, los poros se cerraban. Se iba agarrotando poco a poco dándose cuenta de la ausencia de aire, de ruido y de la presencia de esas esferas rojas que llameaban desde el arbusto.
No se lo explicaba. Gritó pidiendo ayuda pero sus cuerdas vocales no vibraban, o lo hacían pero sin emitir ningún tipo de sonido. Dispuesto a correr dio media vuelta y se topó de golpe con un árbol, un árbol que no estaba antes. Su madera estaba helada, crujía por dentro. Eso sí lo oía. De pronto escuchó  otra cosa, provenía de sus pies, las raíces del árbol se entrelazaban comprimiendo sus tobillos. Se movía. Sin darle tiempo a reaccionar, algo cayó detrás suyo, era un águila imperial. Se encontrada desencajada, se le salían los huesos por entre las alas, su cuello estaba roto y sus ojos, sus ojos eran los mismos que los que había tras el matorral.
Cáltiba no pudo reprimir su asombro con una mueca de terror. Lo que más le sorprendió es que el ave fue incorporándose y recolocándose cada uno de sus huesos para volar de nuevo hasta las alturas y caer en picado.
El conde logró escapar de las raíces de aquella encina y echó a correr. Iba esquivando las aves que caían y sus cuerpos destrozados. De repente, el suelo vibró y una grieta enorme se abrió ante sus pies, pero pudo saltarla. El movimiento terrestre le impedía correr con facilidad. Tuvo la impresión de que los árboles le seguían.
Estaba agotado, necesitaba parar a coger aire, ese aire sin movimiento. No recordaba el monte tan ancho. Reparó en un arbusto, uno que llevaba unas esferas rojas familiares. Se encontraba en el mismo lugar de partida. Desesperó.
Después de ver lo que había visto, podía imaginarse qué encontraría detrás del arbusto. Sabía cómo terminaría todo. Ya empezaba a oír cómo los animales, que ahora eran bestias, se encaminaban en su busca. Ruidosos y hambrientos, corriendo, haciendo temblar el suelo más de lo que ya temblaba.
Cuando por fin todos llegaron, se colocaron formando un círculo alrededor del conde. El espectáculo que se abría ante sus ojos era indescriptible. Se dejó caer en el suelo, de rodillas. Esperó. Esperó como en la leyenda. Se preguntaba por qué todos no se lanzaban y terminaban la faena. Esperaban algo, a alguien, a la bestia entre las bestias. Aquel ciervo, el que volvió loco a Cáltiba por cazarlo. Salió del matorral. Era el triple de grande que lo normal, fuerte, robusto, incluso en su cara podía distinguirse una pequeña sonrisa. Sus cuernos eran afilados y excesivamente retorcidos.
 El conde estaba temblando con los ojos cerrados, esperando. La bestia avanzó, dando la señal a las demás. Entonces Cáltiba pudo emitir un ensordecedor grito que terminó con todo.


IV

Esa noche de invierno en la que mi sueño fue turbado por un grito, quizá imaginario o quizá real, la recordaré siempre. Porque algo de lo que estoy seguro es que en ese preciso instante la noche rondaba las doce en punto.
Cuando el bosque ya no es bosque, los animales se convierten en bestias y los pinares y encinas se retuercen buscando sangre para saciarse.


                                                                      Silvia Buitrago. 4º B

domingo, 17 de febrero de 2013

LEYENDA


Los amantes que se convirtieron en piedra

    Estaba en un hermoso jardín del pueblo de Bungay, Inglaterra, observando una estatua de dos enamorados, cuando se me acercó un anciano. Parecía de la zona, llevaba gafas y un viejo bastón de madera.
    -Buenas tardes, mozo- me saludó el anciano.
    - Buenas tardes – le contesté.
    - ¿Conoce, usted, la historia de la estatua?- me preguntó mientras la señalaba.
    - Pues no, la verdad, ¿tiene historia? - respondí, algo sorprendido.
    -¡Por supuesto! Digamos, que es la leyenda del pueblo.
    - Entonces, adelante, cuéntemela.

   La historia comienza en este pueblo, Bungay, en el cuál, como ya sabrás, es famoso por su espesa niebla al caer la noche y por los hermosos canales que lo recorren, que hacen que recuerde a la hermosa Venecia. También, como habrás observado, el paisaje es todo de un color verde majestuoso. Antes, en lo más alto del pueblo, había un gran castillo – del cual se pueden observar ahora las ruinas- en el que se decía que vivía un extraño ser. Este ser salía a pasear por estos hermosos jardines que rodeaban al castillo al caer la noche. El pueblo le tenía mucho miedo porque se decía, que si te acercabas por la noche a los jardines y el monstruo te veía, tan solo con mirarte a los ojos te convertirías en piedra. Los ciudadanos estaban atemorizados por esta leyenda pero, aún así, alguno que otro subía a los parajes para dar un paseo, pero solo durante el día.

   Una tarde, una pareja de enamorados decidieron subir a los jardines del castillo para dar un paseo. Allí, a la chica se le calló una pulsera que su amado le había regalado. Cuando estaban a punto de llegar a casa la joven se dio cuenta que la había perdido:
    - ¡Dylan! He perdido la pulsera que me regalaste – le dijo la chica – Seguramente se me habrá caído en los jardines...
    - No pasa nada, ahora mismo vuelvo a por ella.
    - ¿De verdad? ¡Gracias! -respondió la joven con una sonrisa en los labios – pero ten cuidado con la bestia que dicen que aparece por la noche – y le dio un beso.
    - No me pasará nada, vete yendo para casa, que ya está cerca. ¡Vuelvo en seguida! - tras decir esto, el chico se fue corriendo hacia los parajes.

   Hacía, más o menos, dos horas que había caído la noche y empezaba a hacer frío. La luna estaba en lo alto del cielo, en su forma redonda, por lo cuál podía ver mejor el camino ya que solo estaba encendida alguna que otra farola.
   Cuando llegó, se adentró rápidamente y enseguida encontró la pulsera de plata, que brilla con la luz de la luna. Entonces oyó unos pasos y decidió salir rápidamente de allí. Pero el ser le atrapó, le cerró el pasó y le intentó mirar a los ojos. Él trato de que no captara su mirada, pero era atrayente, muy atrayente... entonces le miró y su corazón se paró.

   Claire estaba sentada en la cama mientras observaba el castillo desde su ventana. No podía parar de pensar en su amado. Se había ido hace horas a por la pulsera. Las 3:05. No debería haber sido tan caprichosa... si no hubiera dicho nada ahora él estaría a salvo.
   Ella no creía en la leyenda de la bestia del castillo, pero... podría ser cierta ¿por qué no? Estaba empezando a dudar ahora que pasaban y pasaban las horas y Dylan no volvía. Las 3:16. “La noche iba a ser muy larga” pensó la joven.

   Claire no había dormido en toda la noche. Sentía una fuerte angustia, como un nudo en el estómago y le dolía el pecho. Salió corriendo por la puerta de su casa y se dirigió a los jardines del castillo. Su temor iba aumentando cada segundo que pasaba. 
   Al llegar lo vio. Vio a su amado convertido en piedra. Sin duda era él y todavía tenía su pulsera en la mano. La joven fue corriendo a abrazar a la estatua y se echó a llorar. Así estuvo días, semanas, meses... El ser ya no salía de su castillo, seguramente su malvado corazón había logrado enternecerse tras ver el amor de los dos amantes. Pero, aún así, no podía soportar ese horroroso llanto, así que, un día, salió de su castillo por la noche. Se acercó a la joven y la tocó en el hombro. Y se hizo el silencio. El llanto había parado. Ahora los dos amantes se fusionaban en una sola estatua en la que permanecerá su amor para el resto de los días.

     - Desde entonces el monstruo no volvió a aparecer – concluyó.
     - Maravillosa historia.
     - Me alegro de que le haya gustado – tras dicho esto, el anciano se marchó.

   Me quede un rato pensativo, observándola. La verdad, la estatua era muy bonita, se notaba que los dos amantes se querían... Por fin, decidí irme. Me estaba empezando a entrar una terrible angustia.
     
                                     
                                                                                                                Inés Vega Buceta. 4ºB