lunes, 21 de enero de 2013

LEYENDA

EL VAMPIRO

      No tengo por costumbre creer en lo sobrenatural, pero hay sucesos que se merecen mis alabanzas, como los hechos que acaecieron en un pueblo de Valaquia, cercano a la actual Transilvania y más concretamente al lado del castillo de Bran o más conocido como castillo de Vlad Tepes.

     Circulaba el año 1450 aproximadamente, una época caracterizada por el menor poder del imperio bizantino, cosa que aprovechaban los turcos sin humildad ni lástima. Además, los turcos empezaron a conquistar la zona de Valaquia, en la que se encontraba un castillo, el cual fue finalizado en el año 1212 en una época muy remota y llena de penurias. Este castillo seguía en pie pese a las agresiones del tiempo, que poco a poco desgastaban sus ásperos muros y ahora poseía un inquilino perverso a la vez que misterioso e intrigante, ya que a éste le encantaban las torturas, sintiendo predilección hacia el empalamiento. Éste hombre, llamado Vkad Tepes o más popularmente Vlad III fue uno de los grandes luchadores contra el imperio otomano que amenazaba Europa del Este y especialmente Rumanía, cuyo sur, Valaquia, era el reino de Vlad, que defendió con agallas.

     Vlad fue uno se los reyes más imponentes y extraños de Rumanía, además de sádico, ya que disfrutaba de cada empalamiento mientras bebía un líquido rojo, demasiado llamativo para ser vino o muy colorado para ser zumo. Además, entre el populacho se había extendido un rumor sobre seres sobrenaturales que rondaban el castillo cada noche, a las 12 y ante la negativa del rey de notar algo raro, el pueblo empezó a desvariar y a enloquecer por los constantes aullidos y gritos que contrastaban el silencio de la noche.


      Un nefasto día, un joven pueblerino de unos 16 años empezó a enloquecer por los rumores y se preparó para entrar en el castillo y averiguar más. Este joven poseía una amada muy avara, que ansiaba una joya muy codiciada y el obsequio más valioso de la época, el cual era una copa de oro de gran tamaño con piedras preciosas engastadas. Tal joya había recorrido Europa al ser portada por los reyes más fuertes e imponentes, como Alejandro Magno, el rey de Austria o el de Hungría hasta recaer en el rey de Valaquia, Vlad, reconocido como más poderoso de la época, y ahora la joven la ansiaba.

      La joven suplicó a su amado este favor y ante su negativa, se puso a sollozar de la peor manera posible, alegando que si consiguiese dicha joya se podrían casar, salir de la pobreza y vivir eternamente juntos en la mejor casa imaginable. Tal fue su poder de convicción, que el joven decidió conseguirla para su amada.

      La noche antes del viaje, los padres del joven le prohibieron ir allí, ya que ese castillo estaba protegido y había rumores que relataban que el castillo poseía una maldición o un demonio lo habitaba y quien se adentrase no volvía a salir nunca más, o por lo menos con vida. De todas maneras y pese al miedo del joven a los rumores, la fuerza de su promesa le obligó a ir y saltarse cualquier prohibición.

      Al día siguiente se adentró en el castillo a través de una puerta que conducía al sótano, donde notó una presencia viva y descubrió que había gente e incluso animales desangrándose lentamente, pero el panorama empeoró al notar la presencia de una chica paseando tristemente y observando todo a su alrededor.

      Mientras tanto, prácticamente al mismo tiempo, se encontró la copa dorada en un escondrijo inaccesible a cualquier mortal, por lo que se decantó por seguir a la muchacha.

      Esta muchacha, como se daría cuenta más tarde, producía en él una sensación de enamoramiento a la vez que de fascinación y tras hablar con ella, descubrió que había venido aquí para buscar a sus padres, que desaparecieron semanas antes.

    Después de hablar con ella, ambos prosiguieron a investigar en el castillo, donde se dieron cuenta de que todo estaba oscuro, sin ningún objeto que reflejase ni tan siquiera una herramienta de metal o un cristal. También se dieron cuenta de que había muchos murciélagos en el techo del castillo, todos dormidos completamente hasta que uno de ellos se despertó, comenzó a vigilarles y les empezó a atacar propinándoles arañazos o mordiscos, por lo que ambos adolescentes fueron a la zona más clara del castillo, la atalaya, esperando que el murciélago no les siguiese y así fue. Tras esto, ambos muchachos procedieron a descender y la joven fue raptada por una sombra ágil cual guepardo y así el joven se quedó confuso, solo y angustiado.

    Tras largas horas de meditación, el joven decidió irse a la puerta principal cuando un grito le sorprendió. Era un grito ahogado, seco y espeluznante que atemorizó al joven e incluso a su propia alma. Tras unos segundos de parálisis, decidió ir al origen de los gritos, esperándose incluso ver demonios o presenciar un empalamiento, tal y como le advirtió su padre, o ver a la chica que más había querido sufriendo o muriendo.

      A continuación, el joven se apresuró a llegar al foco de los gritos y se espantó de la escena: el famoso Vlad y la chica que había ido con él estaban cenando nada más y nada menos que cadáveres de turcos asesinados y su ''amada'' no era más que un demonio con grandes y afilados colmillos, al igual que Vlas. Ambos estaban mordiendo cuellos a sus anchas con una rapidez impresionante, al igual que las máquinas, hasta que recayeron en el joven que les miraba atónito y sin palabras, y le propinaron tal golpe que se desmayó en el acto.

    Tras despertarse, se encontró en un solar desangrándose por la zona del pulmón derecho y el abdomen, debido al severo golpe que le propinaron y no comprendía por que seguía vivo. La respuesta a este problema estaba enfrente suya, con un pelo y una cara que él recordaba perfectamente.

      Al recuperar la consciencia, se levantó y sintió un dolor agudo en el cuello, por lo que empezó a comprender la situación en la que estaba: la joven que él amaba le había maldecido con la vida eterna junto a Vlad el Empalador y junto a ella, por lo que el joven enloqueció y se suicidó quemándose en una hoguera y nadie volvió a saber nada de él nunca más, a excepción de la muchacha.

      Finalmente, todo volvió a la normalidad y la gente no intentó indagar nunca más debido a la severa represión de Vlad III contra el pueblo del joven, acusado de traicionar al rey y reducido a cenizas por el ejército de Vlad, que fue posteriormente derrotado en ese mismo sitio por el imperio otomano.
Todo esto continuó siendo una mera leyenda de la que se burlaban los turcos, pero cada día desde su grave ofensa aparecieron mordidos en el cuello y empalados 10 soldados turcos pertenecientes al lugarteniente Al-Amún, que fue precavido y dejó el castillo a merced del tiempo, sin perturbar ningún elemento.

     Incluso hoy, las personas que duermen en el castillo o en la posada cercana al castillo, afirman que no pueden dormir por unos ruidos de murciélagos o gritos que les hacen levantarse y al examinarse por la mañana en un espejo, ven dos puntos muy pequeños y rojos en la parte derecha de su cuello.


                                                                                     Dan Cristian Gligor.   4ºA


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