EL VAMPIRO
No
tengo por costumbre creer en lo sobrenatural, pero hay sucesos que se
merecen mis alabanzas, como los hechos que acaecieron en un pueblo de
Valaquia, cercano a la actual Transilvania y más concretamente al
lado del castillo de Bran o más conocido como castillo de Vlad
Tepes.
Circulaba
el año 1450 aproximadamente, una época caracterizada por el menor
poder del imperio bizantino, cosa que aprovechaban los turcos sin
humildad ni lástima. Además, los turcos empezaron a conquistar la
zona de Valaquia, en la que se encontraba un castillo, el cual fue
finalizado en el año 1212 en una época muy remota y llena de
penurias. Este castillo seguía en pie pese a las agresiones del
tiempo, que poco a poco desgastaban sus ásperos muros y ahora poseía
un inquilino perverso a la vez que misterioso e intrigante, ya que a
éste le encantaban las torturas, sintiendo predilección hacia el
empalamiento. Éste hombre, llamado Vkad Tepes o más popularmente
Vlad III fue uno de los grandes luchadores contra el imperio otomano
que amenazaba Europa del Este y especialmente Rumanía, cuyo sur,
Valaquia, era el reino de Vlad, que defendió con agallas.
Vlad
fue uno se los reyes más imponentes y extraños de Rumanía, además
de sádico, ya que disfrutaba de cada empalamiento mientras bebía un
líquido rojo, demasiado llamativo para ser vino o muy colorado para
ser zumo. Además, entre el populacho se había extendido un rumor
sobre seres sobrenaturales que rondaban el castillo cada noche, a las
12 y ante la negativa del rey de notar algo raro, el pueblo empezó a
desvariar y a enloquecer por los constantes aullidos y gritos que
contrastaban el silencio de la noche.
Un
nefasto día, un joven pueblerino de unos 16 años empezó a
enloquecer por los rumores y se preparó para entrar en el castillo y
averiguar más. Este joven poseía una amada muy avara, que ansiaba
una joya muy codiciada y el obsequio más valioso de la época, el
cual era una copa de oro de gran tamaño con piedras preciosas
engastadas. Tal joya había recorrido Europa al ser portada por los
reyes más fuertes e imponentes, como Alejandro Magno, el rey de
Austria o el de Hungría hasta recaer en el rey de Valaquia, Vlad,
reconocido como más poderoso de la época, y ahora la joven la
ansiaba.
La
joven suplicó a su amado este favor y ante su negativa, se puso a
sollozar de la peor manera posible, alegando que si consiguiese dicha
joya se podrían casar, salir de la pobreza y vivir eternamente
juntos en la mejor casa imaginable. Tal fue su poder de convicción,
que el joven decidió conseguirla para su amada.
La
noche antes del viaje, los padres del joven le prohibieron ir allí,
ya que ese castillo estaba protegido y había rumores que relataban
que el castillo poseía una maldición o un demonio lo habitaba y
quien se adentrase no volvía a salir nunca más, o por lo menos con
vida. De todas maneras y pese al miedo del joven a los rumores, la
fuerza de su promesa le obligó a ir y saltarse cualquier
prohibición.
Al
día siguiente se adentró en el castillo a través de una puerta que
conducía al sótano, donde notó una presencia viva y descubrió que
había gente e incluso animales desangrándose lentamente, pero el
panorama empeoró al notar la presencia de una chica paseando
tristemente y observando todo a su alrededor.
Mientras
tanto, prácticamente al mismo tiempo, se encontró la copa dorada en
un escondrijo inaccesible a cualquier mortal, por lo que se decantó
por seguir a la muchacha.
Esta
muchacha, como se daría cuenta más tarde, producía en él una
sensación de enamoramiento a la vez que de fascinación y tras
hablar con ella, descubrió que había venido aquí para buscar a sus
padres, que desaparecieron semanas antes.
Después
de hablar con ella, ambos prosiguieron a investigar en el castillo,
donde se dieron cuenta de que todo estaba oscuro, sin ningún objeto
que reflejase ni tan siquiera una herramienta de metal o un cristal.
También se dieron cuenta de que había muchos murciélagos en el
techo del castillo, todos dormidos completamente hasta que uno de
ellos se despertó, comenzó a vigilarles y les empezó a atacar
propinándoles arañazos o mordiscos, por lo que ambos adolescentes
fueron a la zona más clara del castillo, la atalaya, esperando que
el murciélago no les siguiese y así fue. Tras esto, ambos muchachos
procedieron a descender y la joven fue raptada por una sombra ágil
cual guepardo y así el joven se quedó confuso, solo y angustiado.
Tras
largas horas de meditación, el joven decidió irse a la puerta
principal cuando un grito le sorprendió. Era un grito ahogado, seco
y espeluznante que atemorizó al joven e incluso a su propia alma.
Tras unos segundos de parálisis, decidió ir al origen de los
gritos, esperándose incluso ver demonios o presenciar un
empalamiento, tal y como le advirtió su padre, o ver a la chica que
más había querido sufriendo o muriendo.
A
continuación, el joven se apresuró a llegar al foco de los gritos y
se espantó de la escena: el famoso Vlad y la chica que había ido
con él estaban cenando nada más y nada menos que cadáveres de
turcos asesinados y su ''amada'' no era más que un demonio con
grandes y afilados colmillos, al igual que Vlas. Ambos estaban
mordiendo cuellos a sus anchas con una rapidez impresionante, al
igual que las máquinas, hasta que recayeron en el joven que les
miraba atónito y sin palabras, y le propinaron tal golpe que se
desmayó en el acto.
Tras
despertarse, se encontró en un solar desangrándose por la zona del
pulmón derecho y el abdomen, debido al severo golpe que le
propinaron y no comprendía por que seguía vivo. La respuesta a este
problema estaba enfrente suya, con un pelo y una cara que él
recordaba perfectamente.
Al
recuperar la consciencia, se levantó y sintió un dolor agudo en el
cuello, por lo que empezó a comprender la situación en la que
estaba: la joven que él amaba le había maldecido con la vida eterna
junto a Vlad el Empalador y junto a ella, por lo que el joven
enloqueció y se suicidó quemándose en una hoguera y nadie volvió
a saber nada de él nunca más, a excepción de la muchacha.
Finalmente,
todo volvió a la normalidad y la gente no intentó indagar nunca más
debido a la severa represión de Vlad III contra el pueblo del joven,
acusado de traicionar al rey y reducido a cenizas por el ejército de
Vlad, que fue posteriormente derrotado en ese mismo sitio por el
imperio otomano.
Todo
esto continuó siendo una mera leyenda de la que se burlaban los
turcos, pero cada día desde su grave ofensa aparecieron mordidos en
el cuello y empalados 10 soldados turcos pertenecientes al
lugarteniente Al-Amún, que fue precavido y dejó el castillo a
merced del tiempo, sin perturbar ningún elemento.
Incluso
hoy, las personas que duermen en el castillo o en la posada cercana
al castillo, afirman que no pueden dormir por unos ruidos de
murciélagos o gritos que les hacen levantarse y al examinarse por la
mañana en un espejo, ven dos puntos muy pequeños y rojos en la
parte derecha de su cuello.
Dan Cristian Gligor. 4ºA
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